Café Rwandés se inserta en delantales negros de Starbucks |
Actualmente, el café rwandés se vende en tiendas de Suiza y otros países de Europa y Oriente Medio. |
Donald Rowland |
Una muestra del valor que tiene hoy la marca país para alcanzar un posicionamiento favorable en el mercado del comercio internacional lo representa
Lo interesante de esta información radica en la metamorfosis por la cual tuvo que transitar el café rwandés para alcanzar este reconocimiento, transformándose de un producto ordinario en una elección de gourmet como lo consigna Forum de Comercio, publicación del Centro de Comercio Internacional de la UNCTAD/OMC.
Tradicionalmente, el café rwandés se cultiva en pequeñas chacras. Hasta hace poco, los minifundistas escogían los frutos maduros (los granos de café en bruto) y usaban un molinillo manual para pelarlos o, en el peor de los casos, piedras. Después secaban la pulpa, que fermentaba en un pequeño recipiente con agua y se secaba al sol. Un minifundista lo dejaba fermentar 18 horas y otro 48, unos usaban agua sucia y otros limpia, según dónde estuvieran, por lo cual, la calidad del café variaba mucho. Lo enviaban en cantidades muy pequeñas de “pergamino” (granos todavía recubiertos por una capa denominada pergamino) a una estación central de compra, donde se distribuía en lotes comercializados, se descascarillaba en la fábrica y se exportaba.
El café obtenido, debido a las diferencias en la calidad del agua, el tiempo de fermentación, etc., era de calidad industrial. Se exportaba, fundamentalmente a grandes tostadores industriales, como Rwanda Ordinario y Rwanda Standard, lo que probablemente no sea un buen ejemplo de denominación. Esta era la situación de todo el café rwandés hasta 2000.
En el año 2000, las autoridades hicieron un estudio de viabilidad a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) con el objetivo de saber cómo añadir valor al café, siempre que éste tuviera las características inherentes a una mejor calidad, lo que requeriría estaciones de lavado o molinos húmedos. Se trata básicamente de unidades de fermentación. Al igual que el vino, el café fermentado tiene más valor, pero requiere un proceso central. La fermentación se hacía en pequeños recipientes y los resultados variaban. Las estaciones centrales de lavado poseen pequeñas “piscinas” donde se coloca el café y se controla el proceso de fermentación, con lo cual, se obtiene un café muy bien elaborado.
Una vez decidido que era factible producir café de mejor calidad, las autoridades pusieron en marcha dos proyectos: uno con cooperativas y otro con inversores privados en el que intervino Schluter una empresa de “cafetaleros africanos”. Al comprar el café a los pequeños productores, en lugar de hacerse con los pequeños pergaminos, los encargados del proyecto descartaban los frutos que aún no estaban maduros o que lo estaban demasiado, con lo cual, ofrecían empleo a las mujeres del lugar y controlaban el proceso de fermentación.
http://www.clavedigital.com/Firmas/Articulo.asp?Id_Articulo=9330
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