sábado, 15 de diciembre de 2007

Café de Colombia

Campesinos colombianos dejaron las armas para producir un café de alta calidad

Cientos de manos campesinas que hasta hace pocos años empuñaban rudimentarias armas para defenderse de la guerrilla de las FARC producen ahora uno de los cafés de más alta calidad, que Colombia exporta a los mercados exigentes del mundo.

El Café de la Reconciliación -como se le denomina- es un producto del tipo Premium, cosechado en una extensa zona de los caseríos de Ortega y Dinde, departamento de Cauca (suroeste), a donde todavía no llega la electricidad y mucho menos el agua potable o el teléfono.

Noris Pechené, campesina de unos 50 años, es la líder de las 450 familias de la región. "Después de tantos años de defendernos porque la guerrilla nos buscaba para matarnos por el territorio, ahora queremos trabajar en paz", cuenta.

Aunque Noris dice que en 2003 entregaron las armas 160 campesinos --que aclara no pertenecieron nunca a la estructura de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)--, Lisardo Becoche, un joven de la región, admite que en "realidad todo el pueblo estuvo armado".

"Fuimos los finqueros, los dueños de las parcelas los que en 1973 decidimos armar la autodefensa campesina", recuerda Noris con lágrimas en los ojos, al narrar que su padre fue asesinado por los rebeldes un día que salió a trabajar.

Becoche, de 35 años, confirma lo señalado por Noris, y dice que la guerra comenzó realmente en 1963, antes de que se constituyeran como tal las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas).

"Yo nací en el 72 y recuerdo borrosamente que tenía seis años cuando nos quemaron la primera casa. Afortunadamente teníamos un túnel donde guardábamos comida y cobijas, y pudimos escapar" precisó.

"Por esa época me tocó disparar por primera vez un arma. Eramos mi papá y yo, porque a mi mamá le tocaba encargarse de mis hermanos más pequeños. Mi padre fue herido y varios familiares asesinados", agregó.

Noris cuenta: "Con el paso del tiempo muchos jovenes quisieron ingresar a las AUC y no lo permitimos, pero eso no impidió que algunos se marcharan y que el objetivo de defendernos fuera cambiando, así que decidimos acabar la autodefensa".

"Cuando nos desmovilizamos decidimos que teníamos que volver a cultivar el café que siempre había sido tradicional en la zona, pero pensando en la necesidad de transformarlo para poder venderlo mejor", explicó.

De allí salió el 'Café de la Reconciliación', como lo bautizó la Federación Nacional de Cafeteros (Federacafé), que reúne a los más de 500.000 caficultores colombianos, la mayoría de ellos minifundistas.

Se trata de un producto orgánico, sin químicos, con aroma pronunciado y acidez media, pero de características suaves, con notas a caramelo y dulce frutal, que colmó las expectativas de expertos nacionales e internacionales que viajaron a la zona para darle su visto bueno.

El grano llevó incluso a que la Agencia de Cooperación de Estados Unidos decidiera aportar recursos para la construcción de varias obras, entre ellas un camino que sacó del aislamiento a la región y desde hace un año la comunica con el municipio de Cajibío (670 km al suroeste de Bogotá).

Ahora los ex combatientes esperan que con los mejores precios que paga la Federacafé por el grano de la región (que al año produce unas 600 arrobas) sus hijos y nietos --700 niños viven en la zona-- puedan contar al menos con un colegio de enseñanza secundaria y con mejores condiciones de vida.



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