jueves, 26 de julio de 2007

José Ángel López, "El Hombre del Café"



Pequeño tributo para “el hombre del café”



Sylvia Gereda Valenzuela

Lamento haber conocido a José Ángel López algo tarde en el camino de mi vida profesional. Y me pesa, porque su vida e historia han sido para mí una inspiración. José Ángel es el ejemplo de lo grande que puede llegar a ser un hombre que practica la humildad como un principio.

Fue apenas a inicio de este año cuando un buen amigo en común nos presentó. Ya antes había escuchado de su trayectoria como presidente de Anacafé y de su prestigio financiero al frente de Banrural; pero fui testigo de su calidad humana hasta el momento en que lo conocí.
El pasado lunes, la Asociación Nacional del Café entregó a José Ángel la orden Flor del Café en grado de comendador, el máximo reconocimiento del gremio caficultor.

Lamenté no poderlo acompañar en este merecido reconocimiento, porque el trajín de la oficina me lo impidió. Pero creo justo, encontrar un punto de respiro, en estos momentos en que Guatemala atraviesa por un período de tensión y depresión política, para mostrar una breve pincelada de la historia de un hombre que demuestra que Guatemala aún continúa siendo un país de oportunidades, donde quienes se esfuerzan y luchan duro pueden alcanzar sus sueños sin necesidad de emigrar a otras fronteras.

Si los jóvenes conocieran la historia de José Ángel, quizás podríamos conseguir que ese 67 por ciento que aseguran a la firma Vox Latina que “abandonarían el país si tuviera oportunidad de mejorar”, pudieran revivir la esperanza de que en este terruño aún existe un futuro. El día que conocí a José Ángel, me contó sobre sus raíces indígenas, de sus humildes orígenes jalcatecos y de su trabajo como campesino en los patios de secado de café.

Me habló de su admirado padre, Juan López Díaz, un labrador que con sus manos cultivó la tierra para mantener a más de una decena de hijos, que conoció la pobreza y carencias del campo, pero que llegó a ser alcalde de Jacaltenango. Me contó como él, les entregó su herencia más valiosa: la educación.

Y en una entrevista que leí en alguna vez en la prensa, me impresionó conocer un sabio consejo que le dio su padre y que me apropié para mí misma, sin pedirle permiso: “Nunca perdás el sentido de la vida por nada y nadie. El día que uno lo pierde, se pierde la vida”.

No tengo la oportunidad de conversar con José Ángel con mucha frecuencia, pero las veces que hemos coincidido en reuniones, sus relatos lo transportan a uno a una fábula donde las lenguas mayas se funden con el campo y los hombres del café.

Son pocos los hombres de éxito que han logrado fusionar lo mejor de las dos Guatemala: la ladina y la indígena. Y por eso estoy convencida que para este país es importante contar con profesionales de la talla de José Ángel, que desde sus más altos puestos contribuyan a la búsqueda de nuevas oportunidades para los más desposeídos.

Uno de los logros más grandes de este caficultor fue conseguir créditos bancarios para los pequeños agricultores cooperativistas y abrirles mercados para la comercialización de sus productos en mercados internacionales.

Desde 1994, José Ángel se involucró en el proceso de transformación de Bandesa, en Banrural, uno de los bancos más grandes del país que se ha enfocado en los más desposeídos, al extremo de haber revolucionado el mercado al crear sistemas digitales donde analfabetas y ancianos pueden hacer transacciones con solo poner su huella dactilar.

Los caficultores recuerdan a José Ángel por haber creado una estrategia para afrontar la crisis cafetalera que sacudió Guatemala a inicios de 2000; y en 2006, su tenacidad lo hizo trascender fronteras al ser nombrado Presidente de la junta ejecutiva de la Organización Internacional del Café.

Luego, destacó cuando dirigió el Plan Visión de País, que pretendía que los partidos políticos llegaran a acuerdos para enmarcar el rumbo del país para los próximos 15 años, con planes de largo plazo en las áreas de seguridad, educación, salud y desarrollo rural.

La vida de José Ángel demuestra cómo un hombre desde la cima puede transformar las vidas de los más olvidados. Estoy segura que si su historia se replicara, nuestra Guatemala podría transformarse.

Hablar de José Ángel, me lleva a recordar las palabras del filósofo y escritor indio, Rabindranath Tagore, cuando escribió la sabia frase que dice: “Cuanto más grandes somos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza”.

Guatemala, miércoles 25 de julio de 2007
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