lunes, 17 de septiembre de 2007

Café de Costa Rica

Pioneros del café orgánico superan cosecha convencional

Llegaron ya a 40 fanegas por hectárea; promedio del país es de 24

Cafetal se utiliza como campo escuela pues recibe a visitantes del país


El caficultor, orgulloso, separa el frondoso follaje de la planta para dejar al descubierto una bandola repleta de granos. “Este año, la cosecha todavía va a ser mejor; de aquí en delante, vamos a vivir buenos tiempos”, dice Emilio Marín en su cafetal orgánico.

Tiene motivos para alegrarse. Luego de 33 años de lucha y de 8 de tener una certificación orgánica, este caficultor ya llegó en la cosecha pasada a una productividad de 40 fanegas en fruta por hectárea (corresponde a igual número de quintales –46 kilos cada uno– de grano beneficiado).

El promedio nacional de productividad es de 24 fanegas por hectárea, según el Instituto del Café de Costa Rica (Icafé).

La producción orgánica certificada garantiza que no se usa ningún producto químico en la finca. Si se aplican fertilizantes o plaguicidas, deben ser naturales. En el caso de los Marín (Emilio y su hermano Pompilio), ya ni siquiera necesitan aplicar abono orgánico: la materia que se produce por la caída de hojas y ramas se fijó en el suelo y les aporta todo lo necesario para la plantación.

Los Marín están felices de exhibir la cifra de productividad. Demuestran que, con la producción orgánica, se puede llegar a altos niveles de cosecha.

Su ejemplo echa por tierra la opinión de los críticos de la caficultura orgánica, para quienes es un paso en falso por el supuesto bajo rendimiento.

El mercado también reconoce ahora la importancia de lo orgánico en la conservación ambiental y la salud de los consumidores. Por eso, el precio por fanega de este tipo de café certificado recibe unos ¢30.000 adicionales al valor del grano convencional.

En el cielo. En lo alto de las montañas, en el extremo sureste de la provincia de San José, a casi 2.000 metros sobre el nivel del mar, donde comienza la cordillera de Talamanca, se halla Frailes de Desamparados, pero no se crea que está cerca del centro de ese cantón josefino: se encuentra a muchos kilómetros.

La zona es eminentemente cafetalera, pero muy pocos se aventuraron hasta ahora en la producción orgánica. De hecho, para llegar al cafetal de don Emilio, hay que pasar por muchos otros donde desaparecieron la sombra natural y no existe otra cosa que la mata del café, ya que todo ser vivo desaparece con la aplicación de agroquímicos.

El de los Marín es diferente: tiene especies frutales (níspero, jocote, naranja, limón, guineo, plátano) y otras utilizadas para sombra como el muy conocido poró.

“Es el cafetal más lindo que he visto”, afirmó el estadounidense radicado en Costa Rica, Neal Byrd.

Ese mismo día, Byrd llevó a John Thomas, Hárold Fonseca y Henry Fonseca, de la empresa, Finca Ventura, para que se “enamoraran” de este cafetal orgánico.

Fincas Ventura se inicia apenas en la producción orgánica de café. Algunos de sus funcionarios eran aún escépticos, antes de conocer la experiencia de los Marín.

Cambio necesario. “No hay otro camino para mantener la caficultura nacional; de otra manera, el suelo se agotará y entrará en problemas”, afirmaron Pompilio y Emilio al comentar por qué entraron en la agricultura orgánica.

Recordaron cómo, con la aplicación excesiva de productos químicos, echaron a perder el cafetal heredado de su abuelo Cecilio Piedra y de su padre Nicanor Marín.

“Doy gracias por la hora en que decidí meterme en este tipo de producción”, dijo don Emilio.

Agradece a Dios no solo porque el mercado ahora lo “premia” con un precio diferenciado, sino porque “quiere mucho al café” y a la producción sostenible.

Recordó que se necesita paciencia, dedicación y desvelo para tener éxito. Eso frena la participación de muchos más en este tipo de producción.

Según datos del Icafé, únicamente un 0,66% de la cosecha nacional del período 2005-2006 se vendió como grano orgánico certificado. Apenas 15.448 fanegas lograron esa condición, de un total de 2,33 millones de fanegas.

Los Marín promueven que muchos más sigan el camino. Por eso, su cafetal (25 hectáreas de cada uno) está abierto como un campo escuela donde nada se oculta.


http://www.nacion.com/ln_ee/2007/septiembre/17/economia1240794.html


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