miércoles, 19 de septiembre de 2007

Organización Internacional del Café

Tenemos que hacer un mundo cafetero

El colombiano Néstor Osorio, la máxima autoridad mundial del sector cafetalero, es claro al afirmar que los países productores del grano deben apostar a renovar las plantaciones, mejorar la mano de obra, promover el consumo interno la calidad, en el marco de un paquete integral de medidas, para evitar que el negocio enfrente nuevas crisis.

La caficultura a nivel mundial tiene que empezar a replantearse muchos paradigmas productivos y volver la vista a dos aspectos fundamentales: la productividad y la promoción del consumo interno en los países productores, afirma Néstor Osorio, director ejecutivo de la Organización Internacional del Café (OIC) quien recientemente participó en el encuentro internacional Ramacafé 2007, en Managua.

Osorio fue uno de los oradores en el evento, pero más allá de eso, vino a “limar asperezas” con el Gobierno nicaragüense por el atraso en las cuotas que Nicaragua tenía como país miembro de la OIC. “El próximo 24 de septiembre Nicaragua realizará el primer desembolso importante”, dice.

La deuda que reclama la OIC es cercana a los 150 mil dólares. Sin embargo, esta organización considera que la deuda es pequeña comparada con los programas a los que el país no está aplicando, que suman unos 5.8 millones de dólares.

Por otro lado Osorio, uno de los que mejor conocen el mundo de café, asegura que este mercado es sumamente volátil, como todos los mercados agropecuarios, y que así como los precios ahora están al alza, podrían caer en el futuro.

Es así que hace una valoración de fondo de las últimas décadas de este mercado.

¿Cómo está el mercado mundial de café y qué perspectivas hay para el futuro?

Hay un punto fundamental en la historia moderna del café que es la ruptura del pacto del sistema de cuotas de la Organización Internacional del Café en 1989. Desde comienzos de los años sesenta hasta finales de los ochenta, el mundo cafetero trabajó con (sistema de) cuotas, con un mercado regulado, en el que consumidores y productores se comprometían a verter una cantidade de café al mercado, tenían unos precios más o menos estables.

A finales de los ochenta viene esa revolución en la concesión de la economía mundial del libre comercio y es cuando empieza las tesis del neoliberalismo, cuando estos acuerdos con carácter de intervención y regulación, van perdiendo su vigencia. Desde 1989 hasta la fecha estamos en mercado libre, sin intervención, y lógicamente los países productores perdieron una herramienta fundamental que era un instrumento de soporte.

Quedaron a la deriva en materia de mercado, mientras los países consumidores, donde las grandes multinacionales manejaban casi el sesenta por ciento del mercado, ellos sí lograron aprovechar muy bien las condiciones del mercado libre.

Pero en este contexto se dio una crisis profunda en el sector

Ocurrió, pues, que entre el 89 y el 94 hay una crisis tremenda de precios, porque se viene sobre el mercado todo el café retenido, todo lo que se había guardado. En el 94 hubo una helada en Brasil que propició una situación buena de precios y, al amparo de esa situación de precios buenos entre el 94 y el 99, hay nuevas siembras. La gente siempre piensa que cuando Brasil pierde café en una helada no va a recuperarlo, y sí lo recupera. La historia lo ha demostrado. Brasil trasladó cafetales al norte menos vulnerables a las heladas. En esa época todas las ayudas internacionales llegan al Vietnam, un país de 80 millones de habitantes, 350 mil kilómetros cuadrados (de extensión), y allí se plantea ¿cuál es la opción?: agricultura. Y en agricultura siembran café, caucho, arroz, especies. Y Vietnam se convierte en productor de primera línea de muchos productos agrícolas, causando perturbaciones en todos los mercados agrícolas. Entonces entre 1994 y el 1999 se siembra la cantidad de café que causará la crisis del 2000 al 2005, y allí tenemos una crisis y una bonanza temporal transitoria, y una nueva crisis producto de toda esta apertura de la frontera cafetera.

¿Entonces este libre mercado no ha beneficiado a los países productores de café?

Con sus altibajos. Lo que ocurre es que al cafetero, al productor de café, lo que le interesa es llegar a un precio remunerativo y tener además una cierta estabilidad en esos precios. El mercado libre de un commodities en el mercado agrícola es muy volátil. Tengo un estudio de volatilidad, es decir alzas y bajas permanentes, en el que se muestra que la volatilidad en el mercado libre es mucho más exacerbada que la volatilidad en un mercado regulado y, entonces, claro cuando hay una helada o un accidente climático serio, los precios suben tremendamente porque la gente está exportando lo que la gente está produciendo. Hoy (en día) por ejemplo no hay existencias en los países productores. Si hay una helada en Brasil los mercados se quedan sin ninguna reserva para suministrar la demanda.

Entonces ahora, hay cosas importantes en el mercado libre y es que los mercados se han expandido.

La demanda ha crecido, una de las cosas que no eran muy positiva del mercado de cuota es que, como manteníamos una oferta restringida, pues no había campo para estimular la demanda a pesar de que hacíamos campañas para estimular el consumo. Hoy día, comparado con finales de 1988 y 1989, se están consumiendo 50 millones de sacos de 60 kilos más que en ese entonces, hoy ya vamos por 120 millones de sacos de consumo y, en ese entonces, estábamos hablando de entre 70 y 80 millones contando a todo el mundo. Entonces todo este fenómeno de mercado libre ha tenido sus altas y bajas.

¿Es posible que Brasil sature el mercado?

Si uno mira, Brasil exporta entre 25 millones y 27 millones de sacos y con un aumento de consumo interno cercano a 17 millones. O sea, que Brasil necesita un mínimo de producción de 40 millones a 45 millones de sacos para poder suplir esas dos demandas que tiene.

Entonces creo que, hoy en día hay, un equilibrio (mas o menos) entre lo que se produce y lo que se consume. Este año la producción mundial fue 112 millones de sacos y el consumo de 120 millones. El año entrante será la producción de unos 10 millones a 12 millones de sacos más.

¿Se puede manejar una producción por debajo del consumo mundial?

Los consumidores también tienen unos inventarios, no muy grandes pero sí son unos 20 millones o 25 millones de sacos. Una especie de colchón que tienen de apoyo. El mercado no está desabastecido, el mercado ha tenido la cantidad de café que necesita.

En 12 meses corridos se han exportado 97 millones de sacos. Entonces Brasil el año entrante se nos dispara y produce 20 millones de sacos más, pues eso puede darle al mercado cierto golpe. No creo que eso vaya a ocurrir en esa forma. Creo que hay razones para pensar que el mercado es un mercado dinámico.

¿La demanda qué papel puede jugar en esto. Hay nuevos mercados como China que ahora demandan café?

Allí está el punto. La producción deberá irse ajustando en la medida que el consumo vaya creciendo. El mensaje que yo doy es que no podemos repetir lo que pasó del 94 al 99, de entrar a hacer plantaciones nuevas indiscriminadamente y crear otro Vietnam, no. Porque estamos sembrando la crisis del futuro. Lo que tenemos que hacer es un mundo cafetero. En África, en Latinoamérica renovar cafetales. Hay árboles de entre 60 y 80 años en África. Aquí en Latinoamérica, en estos últimos cinco años, no hubo cómo hacer una renovación, no se podía, nadie permitía tumbar un árbol, lo abandonaban porque no podían cosecharlo. Entonces qué ocurre. Que los rendimientos de ese árbol y la calidad de lo que sale de allí, está mermada y entonces hay que hacer un plan de renovación.

¿Cuál es la tendencia del consumo?

Si seguimos así en cinco años el consumo mundial será de 130 millones de sacos y en 10 años será de 135 millones, o sea que tampoco hay que pensar que nos vamos a quedar sin café para suministrar el consumo. Los países van aumentando su producción. En Centroamérica hay campo para ir renovando y aumentar, en el curso de tres o cuatro años y medio, entre un millón y un millón y medio de sacos que perfectamente los puede ir recibiendo el mercado. Centroamérica tiene una situación privilegiada, Nicaragua ha entendido ese mensaje de trabajar la calidad con ese mercado de cafés especiales de Estados Unidos, del Japón, de Europa y que no son cantidades muy grandes. Nicaragua tiene margen para aumentar, vía renovación, a un millón seiscientos mil sacos.

¿Es posible volver a la crisis del 94?

Todo es posible porque el mundo agrícola es un mundo de ciclos y por más políticas que tú tenga, si los precios del agricultor son buenos, pues siembra más y eso es un instinto y pasa en café, en algodón, en cualquier producto.

Entonces por eso es importante el manejo. Hoy día hay dos situaciones que yo mencioné y que tienen retenido cualquier intento de aumentar producciones, una es un dólar depreciado (frente al euro) y la otra es la falta de mano de obra.

El problema de mano de obra no se limita a un país sino que, con el desarrollo de la economía global, abarca a muchos países cafetaleros, sostiene Néstor Osorio, director ejecutivo de la Organización Internacional del Café (OIC), en entrevista con LA PRENSA.

La mano de obra ha sido un serio problema en Nicaragua.

Es importante tener en cuenta que la están sufriendo (la falta de mano de obra) en Colombia y Centroamérica. Se está desplazando a otros sectores. Se está yendo a la industria. En Colombia para las últimas dos cosechas ha sido un problema conseguir cortadores, recogedores de café. Es una cosa tremenda, ustedes (la región) tienen que importar personal de todos lados. Eso también es importante: si vamos a tomar una decisión de sembrar cien hectáreas, hay que pensar en quién nos corte este café dentro de cuatro cinco años. Hay que insistir mucho en reducir los costos de producción, porque si le pregunta a un cafetero cuánto le cuesta producir una libra de café, le responde que no sabe.

Hay un debate sobre el consumo interno, ¿se puede hablar de ello como una opción?

Yo he estudiado mucho ese tema y lo propuse como parte integral del plan de promoción tomando un poco la referencia de Brasil. Este país en diez años pasó de consumir 8 millones a 16 millones de sacos. Es decir, duplicó su consumo. ¿Cómo lo hizo? Trabajando en la pureza, trabajando en la calidad con una industria fuerte. El caso de Brasil es poco especial porque allí no había diez tostadores, sino que eran 500 tostadores. Un día alrededor de 20 dijeron: pongamos dinero y vamos a hacer un plan de promoción. Lograron una ley para garantizar la pureza del café. Por allí empezaron, la pureza. Solamente así obtuvieron cien por ciento de aumento en el consumo.

Con ese ejemplo digo que los países productores pueden ser una alternativa. Porque ahora ya los países productores no son tan dependientes del café como lo eran hace 20 años. Colombia tiene un pésimo consumo interno, porque en Colombia sólo se tomaba lo que sobraba y que no era exportable. Porque la cultura de nuestros países era la cultura de exportar, no para consumir.

¿Cómo quedaron con la deuda que tenía Nicaragua con la OIC?

Bien. Tenemos resuelto el problema con el Gobierno, con el Consejo Nacional de Café, tenemos una fórmula para que se restablezcan los votos de Nicaragua en la OIC, con una fórmula de pago de los adeudos. El Gobierno ha mostrado una buena disposición, de forma que hemos hecho un trabajo para que Nicaragua pueda participar en proyectos específicos con el Fondo Común de Productos Básicos, con lo que hemos logrado crear cinco proyectos de desarrollo del sector.


http://www.laprensa.com.ni/archivo/2007/septiembre/19/suplementos/negocios/216081.shtml

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