miércoles, 5 de diciembre de 2007

Quejas de los cafeteros de Colombia

No cesa la crisis de los cafeteros

En un golpe de suerte para los cafeteros y para Colombia –y para el Presidente Álvaro Uribe, que por esta vía pudo embellecer su gestión–, los precios internacionales del café empezaron a subir al inicio de este gobierno, desde menos de 70 centavos de dólar la libra hasta casi estabilizarse en los 1,30 dólares, sin duda, un alza notable. No quiero ni imaginarme lo que les hubiera sucedido a los caficultores, arrinconados por la pobreza y la miseria en ese momento, si la cotización externa no hubiera aumentado como aumentó.

Sin embargo, no cesan las quejas de los cafeteros ante su situación económica y existe la prueba reina de que sus problemas son reales: no han sido capaces de pagar sus deudas bancarias (¿las podrán pagar algún día?) y hasta la propia Federación –siempre tan optimista para apaciguar lo que sienten sus afiliados– tuvo que aceptar que los cafetales están peligrosamente envejecidos y que los productores no son capaces de renovarlos por su propia cuenta.

¿Cómo explicar que en un período de precios internacionales mejores siga la pobreza y la miseria cafetera y, más aún, que esté en graves aprietos una parte importante de los productores mayores?.

En primer término, se explica por la revaluación del peso frente al dólar, situación de la que es responsable por completo el gobierno nacional, y que les ha costado a los productores la enorme suma de 2,8 billones de pesos. ¿Qué futuro puede tener la economía de un país como Colombia si sus políticas macroeconómicas empobrecen, al mismo tiempo, a quienes producen para exportar y a quienes producen para vender en el país?.

Lo otro es que el precio internacional, con todo y el repunte que tanto le ha servido a la alta burocracia cafetera para hacer gobiernismo, es, en términos reales, bastante inferior al que regía en los días del Pacto Cafetero, porque en este caso también las transnacionales del negocio aumentaron sus ganancias a costa de uno de los sectores agrarios más pobres del mundo. He aquí otra razón más para detestar el “libre comercio”, que dicen que es inevitable… los pocos que ganan con él.

La crisis también se entiende por lo que el diario La República llamó “la proletarización de los cafeteros”, es decir, su tendencia a poseer cada día fincas y cafetales más pequeños. Tan graves han llegado a ser las cosas, que el 95 por ciento de las plantaciones tiene menos de cinco hectáreas.


Las cifras, para completar, ponen en su sitio la fábula de que a Colombia “le fue bien” luego del rompimiento de los acuerdos cafeteros, pues lo cierto es que hoy produce y vende en el mercado mundial bastante menos café que antes, espacio que ha perdido con países como Brasil y Vietnam, que sí han avanzado. Y su incapacidad para producir incluso lo que podría vender la ilustra otro hecho irrefutable: los colombianos estamos tomando café importado.

Todo podrán decir quienes dirigen la economía cafetera, incluido el gobierno, menos que el sector va bien. ¡Y más vale que con la caída de la economía mundial no se desplomen las cotizaciones externas de café, como debería suceder!




http://www.novacolombia.info/nota.asp?n=2007_12_5&id=41478&id_tiponota=10


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