miércoles, 5 de marzo de 2008

Café de Nicaragua

Caficultores jinoteganos aprenden para competir

Rodeados por el bosque de una reserva, capataces, mandadores y otros trabajadores del café se reúnen a estudiar cada sábado en la nueva escuela creada por los propietarios de la finca El Recreo. El propósito es buscar más calidad con fuerza laboral bien entrenada.

Sobre un camino troncal de macadán recién reparado, más un ramal en mal estado, pasando por Miralagos, Los Robles, Jigüina, Pueblo Nuevo, Cuyalí, Venecia y Santa Gertrudis, entramos a la comunidad de San Pedro de Buculmay, frente al cerro El Bonetillo a 1,300 metros sobre el nivel del mar, donde se ubica la hacienda El Recreo, 30 kilómetros al Norte de Jinotega.

Era el primer día de marzo y en El Recreo inauguraban la primera escuela de capacitación en caficultura, en que 40 agrónomos, mandadores de haciendas, patieros, responsables y ayudantes de beneficios húmedos, administradores agrícolas y productores de la zonas, algunos que habían viajado desde la cabecera departamental, empezaban una jornada de siete meses, durante la cual se reunirán allí en 28 sábados hasta concluir los diplomados en administración agrícola, beneficiado húmedo y procesado agroindustrial de café.

El sitio es adecuado para el estudio: se respira paz y tranquilidad, en un clima de 18 grados centígrados que baja más por la noche y al amanecer. El paisaje lo domina un bosque colorido que forma parte del área de reserva Cerro El Diablo-Datanlí, donde se conservan una de las tres colonias de quetzales, que aún quedan en el departamento de Jinotega.

Alrededor existen más de 400 fincas que generan más de 100 mil quintales de café. El departamento de Jinotega producirá 1.2 millones de quintales en el ciclo 2007-2007, cuya cosecha está por concluir. Se calcula que el café jinotegano representará en este ciclo el 65 por ciento de la producción cafetalera de Nicaragua.

PARA COMPETIR MEJOR

Durante la apertura de la escuela de capacitación, su fundadora, doctora Leana Machado de Ferrey, instó a los alumnos a que se mantengan en el curso y sean consecuentes con el lema: aprendiendo para competir mejor.

Si llegan al final, si no se quedan en el camino, serán triunfadores y, sobre todo, dispondrán de un título que les respaldará en su vida profesional, además de darle a Nicaragua ventajas para competir mejor, con el café, en los mercados internacionales.

Después de este primer curso vendrá otro y otro, anunció Machado. “Estando en Guatemala vi el apoyo que tienen los pequeños y medianos productores; por eso fundé esta escuela”, explicó la abogada, quien se interesó en la caficultura a través de su esposo, el ingeniero Carlos Ferrey, dedicado de por vida a esta actividad productiva que mueve toda la economía del departamento.

Jinotega emplea a 250 mil cortadores para levantar un millón 200 mil quintales de café.

Para abastecer a esa fuerza laboral los finqueros invierten cada año en 500 mil quintales de maíz, 300 mil quintales de frijol y una cantidad similar de arroz, y 400 mil galones de gasolina y diesel.

Por eso, para los habitantes de Jinotega el café mueve todo, porque además de la contratación de cortadores, capataces y administradores en las fincas, este rubro crea empleos en otros negocios relacionados con la cosecha, como el comercio y los servicios.

Jinotega le aporta al país más de 335 millones de dólares a través del café, más la energía hidroeléctrica, la producción de hortalizas, granos básicos, ganadería, madera y productos no tradicionales para la exportación.

Alrededor de la hacienda El Recreo, aunque el café es el principal rubro de las comunidades, también producen hortalizas y crían ganado mayor y menor.

DOCENTES VOLUNTARIOS

La fundadora de la Escuela de Capacitación de la Caficultura agradeció a los ingenieros agrónomos que impartirán las clases. La mayoría cuenta con experiencia y especialidades realizadas en Costa Rica, Colombia y Brasil.

Donald Zelaya, quien ya imparte clases en una escuela de caficultura en Ocotal, es el director de la escuela de Jinotega. Los otros docentes son Francisco Ponce, Gonzalo Castillo, Eliseo y Rafael Úbeda, Leonel Lara, Patricia Contreras, Ileana Caldera, José Manuel Moraga, Justo Pastor Torres, Ariel Chavarría, Francisco Zamora, José Bárcenas, Oscar Castillo, Edgar Berríos, Víctor Cantarero, Mirna Barrios y Rubén Valle.

Ellos trabajarán de forma voluntaria porque quieren enseñar a jóvenes y adultos cómo cultivar, cosechar y procesar el café ahora que los compradores, sobre todo en el exterior, exigen tanto. Los alumnos, para sufragar los gastos de la escuela, pagarán un arancel de 240 córdobas mensuales, que les da derecho al almuerzo y a material didáctico, explicó Machado.

La doctora Machado también agradeció el apoyo de organismos y empresas, como TechnoServe, la exportadora Atlantic y Catie de Costa Rica. Los estudios serán una conferencia de alta calidad, que se extenderá incluso al manejo de plagas, afirmó.

BUSCAN MEJORÍA

“Yo soy chofer de Atlantic. Como tengo el nivel académico, mi jefe, el ingeniero José Manuel Moraga, me becó. Voy a aprovechar y sacar este curso para dejar de ser un simple chofer y pasar a ser un técnico con un mejor empleo y perspectivas en la vida”, declaró Gerardo Iglesias, uno de los estudiantes.

Otra alumna, Ileana Rodríguez, dijo que se vino de México tras la muerte de su padre, sin saber nada de caficultura. Ahora, “con los estudios y lo preguntona que soy voy aprendiendo y avanzando gracias a estas escuelas que ahora existen”, comentó.

Durante la inauguración, los docentes de la escuela de Ocotal, Francisco Ponce y Lisandro Borja, enfatizaron en la importancia de estas escuelas para el desarrollo económico local y señalaron que en Nueva Segovia han creado centros similares de entrenamiento sobre madera, turismo y otros recursos naturales.

Para quienes ya tienen un título, la enseñanza en la escuela de El Recreo será una especialidad.

DE MANAGUA A JINOTEGA

Carlos Ferrey nació en Managua hace 72 años y se casó con una esteliana, Leana Machado. Es ingeniero geólogo y de minas, con postgrados en Brasil, Bolivia e Italia. Trabajó en la Empresa Nacional de Luz y Fuerza (Enaluf), en la Planta Geotérmica San Jacinto Tizate y en Momotombo y fue explorador de petróleo.

Conoció a un colega de apellido Valery, que era casado con una jinotegana, cuya mamá, Leticia Noguera, tenía la finca El Recreo y la negociaron, comprándosela hace más de 30 años.

Así vino Ferrey a Jinotega, retirado hace varios años de su profesión y dedicado a la caficultura. Pero el destino ha sido cruel con él porque en 1985 el gobierno sandinista le confiscó la propiedad. Estuvo preso y salió al exilio, a Costa Rica, donde vendió ropa y se dedicó a otras actividades para sobrevivir con su esposa.

Regresó al país en el año 1990 y procedió a recuperar la finca El Recreo, de 233 manzanas, 125 sembradas con café caturra tecnificado, que van a generar tres mil quintales en este ciclo y hasta seis mil quintales oro en los próximos dos ciclos.

La finca está en la ruta del café, un proyecto ecoturístico que financia el gran ducado de Luxemburgo con cuatro millones de euros para los cinco departamentos del Norte.

Aunque El Recreo no tiene cabañas ni senderos en las 60 manzanas de montañas vírgenes, Ferrey piensa hacerlos. Su negocio está en la caficultura, donde ha invertido ahorros y financiamiento bancario.

Para recuperar El Recreo, Ferrey pagó 49 mil 500 dólares para que se la devolvieran, 19 ex trabajadores y 22 desmovilizados de guerra, a quienes se las había regalado el primer gobierno de Daniel Ortega, en 1985.

LA HIZO DE NUEVO

Cuando recuperó la finca en 1991, ésta había sido convertida en milpa, plantíos de repollos y frijoles y apenas quedaba parte del café que él había dejado cuando se la confiscaron y la pasaron a la empresa estatal Jorge Vogl.

Recomenzó con 72 cortadores, cosechó 700 quintales de café y ahora espera hasta seis mil quintales y da empleo a más de 200 personas.

A Ferrey le gustan los avances sociales y ha construido, además de campamentos para los trabajadores, una escuela, cocina, dispensario médico y una capilla católica.

Ya tiene otra hacienda en Jinotega, La Bastilla, que está en el corazón de Cerro El Diablo-Datanlí. Su extensión es de 153 manzanas y está sembrando árboles maderables y helechos. Ferrey también posee una finca con ganado en El Jobo, Matiguás, con una área de 300 manzanas.

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