miércoles, 2 de abril de 2008

Café de Costa Rica

Starbucks cambia costumbres de cafetaleros costarricenses

En 1993, una representante de una compañía estadounidense desconocida llamada Starbucks visitó el cafetal de Rodrigo Vargas en el centro de Costa Rica.

Vargas recuerda que habló con la mujer y le hizo un recorrido de su finca, que producía millones de kilos de café anualmente. Ella tomó algunas muestras y se despidió.

"Jamás en mi vida había oído hablar de ellos (Starbucks)", dice Vargas, mientras fuma un cigarro y toma una taza de café, poco después de hacer una disertación sobre el futuro del café costarricense en una conferencia internacional en San José, 23 kilómetros (15 millas) al sur de su finca.

Vargas es uno de cientos de hacendados "ticos", grandes y pequeños, que se beneficiaron de la llegada de Starbucks luego de que Brasil y Vietnam saturaron el mercado con granos baratos a fines de la década de 1990, creando una crisis entre los productores.

A medida que aumentó la presencia de Starbucks en Costa Rica, la relación entre Vargas y esa firma se hizo más estrecha. Reemplazó el 25% de sus cultivos con granos arábigos más refinados para satisfacer la demanda y los controles de calidad de Starbucks.

En 1998, le vendió a la compañía estadounidense 540.000 kilos (1,2 millones de libras). Cuatro años más tarde visitó Seattle, donde está la sede central de Starbucks, se reunió con su presidente Howard Schultz y asistió con él a un partido del equipo de básquetbol SuperSonics, por entonces propiedad de Schultz.

Este año, Vargas le venderá a Starbucks el 70% de los más de 3,2 millones de kilos (7 millones de libras) que producirá en su finca.

"Starbucks salvó la industria cafetera de Costa Rica", afirma Vargas.

Su compañía, Santa Eduviges, tiene una de las operaciones propiedad de una sola familia más grandes de Costa Rica, con 32 fincas que abarcan más de 1.580 hectáreas en las laderas del volcán Poas, el cual está activo.

En la época de recolección de granos, en diciembre, emplea a más de 3.000 trabajadores, incluidos muchos de Panamá y Nicaragua. Estas tierras volcánicas, en una zona húmeda, son muy propicias para el cultivo del café. En 1879, el bisabuelo de Vargas plantó ese cultivo por primera vez, junto con otras cosechas. La generación que le siguió, y todas las posteriores, se concentraron exclusivamente en el café.

Vargas, de 52 años, vive en una casa rodeada de cafetales. Su vivienda supo ser un molinillo de café. El patio donde construyó una cancha de básquetbol para sus hijas era usado para secar los granos bajo el sol. Sus hermanos, hermanas y varios sobrinos trabajan para Santa Eduviges.

Los tiempos han cambiado desde la época de su bisabuelo.

Santa Eduviges usa sistemas de posicionamiento global para medir la altura --un factor que ayuda a establecer la calidad de los granos--, contrata a agrónomos y establece sociedades con otras empresas para poder contar con los mejores fertilizantes y agroquímicos en la lucha contra los hongos.

Durante la crisis de hace una década, cuando los precios de una bolsa de café en Nueva York oscilaban por los 60 dólares (llegaron a bajar a 38), Starbucks pagaba más de 100, según Vargas. La diferencia entre las cotizaciones de Nueva York y lo que paga Starbucks se han ido achicando, pero Starbucks sigue siendo la que más compra y mejor paga.

Los cafetaleros costarricenses se benefician del hecho de que Starbucks haya popularizado los cafés finos en Estados Unidos y que ahora se consuma en cadenas como McDonald's y Dunkin Donuts.

La empresa de Seattle compra aproximadamente el 15% del café que se produce en Costa Rica, según Ronald Peters, director ejecutivo del Instituto del Café de Costa Rica (ICAFE).

Pero su influencia va más allá de los precios y el volumen de compras.

Starbucks exige granos de calidad y prefiere comprarle a fincas que satisfacen una serie de requisitos que impuso en el 2003, relacionados con la protección del medio ambiente y aspectos sociales.

"Starbucks hizo que Costa Rica volviese a sus viejas prácticas de producir café de alta calidad", afirmó Peters.

Starbucks abrió un Centro de Apoyo a los Agricultores en las afueras de San José, desde el que dirige sus operaciones en Latinoamérica y maneja la ayuda a las fincas. El centro cuenta con agrónomos que buscan formas de mantener saludables las plantas. Una planta saludable puede dar cosechas durante 25 años.

Vargas dijo que Starbucks "aporta grandes conocimientos sobre la producción de café".

"Es la primera compañía que se preocupa de todos los aspectos, incluidas las plantas. Le dio seguridad al mercado cafetero", acotó.

Uno de sus empleados, Yeiner Chacón, jefe de agrónomos de Santa Eduviges, no opina lo mismo y no quiere saber nada de la gente que manda Starbucks para certificar una plantación.

"Casi mato al último que vino", dice, medio en broma, medio en serio.

Cachón sostiene que los requisitos son demasiado estrictos y no son aplicables en determinadas regiones. Por ejemplo, exige que las matas de café sean plantadas a la sombra (se alternan matas de café y árboles que dan sombra), práctica que Chacón considera contraproducente en Santa Eduviges por un hongo que se propaga con la humedad.

"No deberían venir como policías", dijo Chacón.

Otro hacendado, Thomas Nottebohm, de Guatemala, destaca que Starbucks pone muchas condiciones pero no garantiza la compra del café.

"Lo que me preocupa es que un día dejen de adquirir nuestro café, y todo ese esfuerzo habrá sido para nada", manifestó.

El director de las operaciones de Starbucks en Latinoamérica, Peter Torrebiarte, señala que los productores no tienen que venderle café exclusivamente a su empresa y que la alta calidad de sus granos, en respuesta a las exigencias de Starbucks, les abre otras oportunidades comerciales.

Agrega que los requisitos no son nuevos. Representan más bien un retorno a los viejos métodos, ayudados con nueva tecnología.



http://www.chron.com/disp/story.mpl/sp/nws/5668560.html

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