Nicaragua es un país de muy bajo nivel de desarrollo. Su economía ha dependido de la ayuda internacional desde hace décadas, especialmente desde la época de la devastadora guerra civil que sufrió el país, que según estimaciones costó cerca de 1.420 millones de dólares. Desde entonces, Nicaragua no ha conseguido mejorar su economía.
Durante generaciones, el café ha sido el principal producto de exportación de Nicaragua. Sin embargo, en el año 2000, la industria cafetalera se vio muy afectada por una catastrófica sequía y por la sobreoferta en el mercado mundial. Según datos de Visión Internacional, en Nicaragua este producto representa cerca del 40% de sus exportaciones. La crisis, que afectó a todo el país. Dejó a aproximadamente trescientos mil nicaragüenses sin trabajo, —especialmente del sector campesino— los que, como consecuencia, se vieron sin posibilidades de cubrir sus necesidades básicas de alimentación y vivienda. Como resultado, muchos niños fueron afectados por el hambre. Aproximadamente, el 45% de los nicaragüenses menores de cinco años sufren de desnutrición crónica.
Antes de la crisis, miles de niños trabajaban en las plantaciones de café, abandonando la escuela. Después del daño económico y la reducción de la demanda internacional de café, estos niños recurrieron a trabajos callejeros como lustrabotas y vendedores callejeros. En el año 2003 el gobierno nicaragüense informó que aproximadamente 253.000 niños trabajan. En realidad, esta cifra puede ser un 20% más alta que la estimada por el gobierno.
Por otra parte, hay que mencionar que la cosecha del café y otros trabajos relacionados, tienen un impacto directo en la salud de los niños. Durante la época de la cosecha de café en Nicaragua, existe un bajón significativo en el número de visitas a los médicos en los centros de salud, especialmente en la municipalidad de San Marcos, la región del pacífico del país donde se cosecha la mayor cantidad de café nicaragüense. Este bajón se da porque los padres dan prioridad al trabajo sobre a la salud y la educación.
Estos niños, que trabajan en las cosechas del café, son especialmente vulnerables a enfermedades de la piel, como la sarna causada por los ácaros e infecciones respiratorias crónicas. Los niños, muchas veces, cuando vuelven a su casa a dormir, no se bañan, lo cual aumenta la probabilidad de infecciones a la piel. Otros casos de daño a la salud es el contacto con los pesticidas de las plantaciones, que envenenan a los que participan en estas labores, y los niños son los más afectados.
El Código de Niños y Adolescentes de Nicaragua, en su artículo 73 prohíbe emplear a niños, niñas o adolescentes en cualquier tipo de trabajo malsano y a costa de su educación. Nicaragua también firmó y ratificó varios conventos internacionales en este sentido, entre estos la Convención 29 de la OIT (Organización Internacional de Trabajo) y más relevante aún el Convenio 182 sobre la prohibición de las nocivas formas de trabajo infantil, que fue ratificada en el año 2000.
Pese a lo anterior, la situación de los de niños que trabajan en Nicaragua continúa siendo muy preocupante, ya que así se violan derechos básicos, especialmente sobre la protección de la salud infantil y el acceso a la educación. Resulta, entonces, de la mayor importancia el apoyo de la cooperación internacional, apuntando, principalmente, a la disminución de la pobreza, como factor decisivo para resolver la penosa situación de los niños nicaragüenses. Simultáneamente es indispensable crear una conciencia colectiva de que los niños son demasiado importantes para un país y nada justifica la desatención de sus condiciones de vida.http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2008/12/23/nicaragua-los-ninos-del-cafe%E2%80%A6/
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