Tierra con olor a café
Las ciudades turísticas de Armenia, Manizales y Pereira, en Colombia, envuelven dentro de sí una fusión de tradiciones atractivas para quien pisa sus suelos
Además de su tierra fértil en cultivos y en cultura, sus paisajes logran estremecer a quienes la visitan, pues en ella se respira una lluvia de tradiciones que extasía con el verdor de sus montañas y logra aterrizar a cualquiera con su café "calientico".
El clima fresco hace placentero el recorrido sobre sus múltiples zonas turísticas, en las que el Gobierno ha intentado plasmar las raíces del pueblo.
Como fomento al arte, sobre las paredes de barro de la región de Quimbaya, Armenia (capital del departamento de Quindío) se está trabajando el barranquismo, que consiste en el tallado para la creación de figuras que remontan a la historia de la zona.
Al culminar los acabados se procederá a la aplicación de cemento, lechada y una pintura en color dorado.
De las amplias plazas y estrechas calles del municipio de Montenegro, en Quindío, se destaca la aglomeración de gente visitando las iglesias, retratándose, y vendiendo y comprando mercancías artesanales y creaciones en cuero.
A cinco minutos de allí se encuentra el Parque Nacional del Café, un espacio de sano esparcimiento donde se conjuga la naturaleza y la diversión con unas 19 atraccio-nes, tanto mecánicas como culturales.
Ya sea en el teleférico, el tren o la montaña rusa, se pueden observar y recorrer los conceptos con los que el parque busca familiarizar a sus visitantes a través de su simbología regional.
Hospedaje natural
En el Eje Cafetero, las haciendas con estilo colonial o rural son los "hoteles" ideales para disfrutar del contacto con árboles, frutales, animales silvestres y aves. Muchas casas de campo, a pesar de encerrar en sí mismas una historia de siglos, están debidamente amobladas y cuentan con suites y chefs especializados.
A 21 kilómetros del Parque Nacional del Café, está ubicado el Bosque del Samán, una finca-hotel que ofrece al visitante 45 atracciones, entre las que resalta el proceso artesanal e interactivo del café.
Para realizarlo, los huéspedes son llevados al sendero, fábrica, beneficiadero y cultivos de café en donde entran al almacigo (lugar de sembradío); siembran la chapola (planta de café que ha emitido el primer par de hojas primarias); recolectan el grano maduro, lo pelan y lo despulpan para secarlo al sol en camilla de guadua (especie de bambú). Luego lo trillan en pilones de madera, tuestan y muelen el grano.
http://www.prensa.com/hoy/vivir/1213401.html
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