domingo, 2 de diciembre de 2007

Cafés Especiales de Bolivia


El olimpo boliviano del grano de café

26 productores del país participaron en noviembre en una subasta internacional. La pureza del grano yungueño sedujo a 148 compradores de 23 países.
Los ¡uta!, ¡uyuyuy! y ¡ucha, che! invaden el coliseo de la Central Local de Cooperativas Agropecuarias de Caranavi (Celccar). Impulsadas por la admiración de los asistentes a la subasta internacional de café boliviano, cada una de las palabras buscan a Juana Mamani. Invadida por los nervios, la caficultora de 26 años acaba de marcar un hito en la historia de la producción cafetalera: colocar el precio del café boliviano por encima de los 12 dólares por libra en los que se cotizaba desde el 2005.

La noticia llega a través de una pantalla gigante donde se muestra la puja que interesados de 23 países realizan en vivo por internet. Faltan tres horas para el cierre oficial de la subasta y Juana —junto a otros 25 productores nacionales que también ofertan su producción— vive un embeleso sin igual. “Entrevista vas a tener en la radio”, le gritan; pero Mamani no deja de escudriñar la pantalla que por el momento le grita que sus 12 quintales ofertados le darán 13.000 dólares. “¿Cuántos bolivianos será eso?”, indagan sus resecos labios.

Los más alegres, sin embargo, son los organizadores de Taza de Excelencia Bolivia, evento que cada año impulsa una competencia entre los productores de cafés de calidad para luego subastar internacionalmente los granos de los ganadores. Este año fueron 26, de ellos 20 pertenecen a Caranavi.

Llegar a este nivel de excelencia no fue nada sencillo. Desde el 2000, una larga lista de instituciones brindan asistencia técnica a los productores nacionales para mejorar la calidad del grano que, tras evaluaciones de jurados internacionales, se ha posicionado entre los mejor cotizados del mundo.

11.00. Aplausos. El grano de Mario Mamani y Raymundo Yanarico —que lograron el primer lugar en Taza de Excelencia Bolivia 2007— alcanza los 17 dólares por libra. Japón y Estados Unidos se disputan palmo a palmo la valiosa semilla producida en los Yungas paceños.

La Golondrina vuela alto
“El café debe ser caliente como el verano, negro como la noche, dulce como el beso y puro como el amor”, se lee en la cafetería donde Celso Mayta Quispe combate, con el sabor de un café helado, los nervios ante su participación en la subasta internacional. A sus 33 años, este caficultor de Caranavi se ha convertido en un experto en la producción de cafés especiales. Hace tres años, en cambio, la historia era distinta. Mayta estaba a punto de quemar el cafetal que había trabajado durante 20 años para dedicarse enteramente a la coca.

“Antes el café apenas me daba para sobrevivir; la coca era mejor. El café boliviano se exportaba con castigo del 20 por ciento de descuento porque no era de calidad. Yo no entendía qué era eso de calidad”, dice el comunario que por curiosidad asistió a cursos sobre cómo implementar mejoras en los métodos de producción de café.

Carmelo Yujra, uno de los capacitadores, recuerda que la mayoría de los productores yungueños cometía errores en el manejo del cafetal. “Chaqueaban su tierra prendiendo fuego al material orgánico, matando los nutrientes de la tierra. Luego de plantar no controlaban las enfermedades de la planta y al final, durante la siembra, mezclaban granos maduros y sobre maduros, bajando la calidad”.

Estas deficiencias, que apuntan a la falta de cuidado en la conservación de las tierras, han sido parte de las causantes de que se registre una baja en la producción de café boliviano, asegura Yujra. Así, de los 100.000 sacos anuales, Bolivia bajó a los 80.000 sacos, según los datos del año 2005.

Sin embargo, cafetaleros como Mayta y su socio Cipriano Tórrez han implementado hace tres años nuevas técnicas de producción en sus lotes que se ubican a 15 kilómetros del pueblo de Caranavi.

Los resultados son evidentes. El 2005 inscribieron sus granos en Taza de Excelencia logrando el segundo puesto en el ranking. Luego, en la subasta internacional, compradores japoneses pagaron 590 dólares por cada quintal de su café especial. En el mercado interno el precio no llega a los 200 dólares. Ese año ambos productores recibieron más de 17.000 dólares.

“No podía creer tanta plata. Decidimos que como el café había sido un buen negocio para nosotros debíamos invertir toda la plata en la compra de más lotes para producir más café”, relata Mayta, quien en la actualidad junto a su socio son dueños de una treintena de hectáreas en la colonia Copacabana. “Ahora hay coca sólo para nuestro uso”, asegura. La meta de los productores del café Golondrina —como llamaron Mayta y Tórrez a su grano— es no sólo vender la materia prima, sino ofertar al mercado el producto terminado: café tostado y envasado.

11.30. Mayta suspira aliviado. A pesar de la baja producción y la caída de los stándares de calidad de su grano —debido a la falta de lluvias del 2006 su semilla terminó en el puesto 21 de Taza de Excelencia de este año—, Golondrina alcanza en la puja 5,15 dólares por libra. Por sus 17 quintales los caficultores recibirán 11.580 dólares, dinero que una vez más ambos reinvertirán en la mejora de sus cafetales.

Contra los malos hábitos
En el siglo XVIII el cultivo de café fue introducido a Bolivia —en los Yungas— por esclavos africanos que huían del Brasil, según los datos de la Federación de Caficultores Exportadores de Bolivia (Fecafeb), ente que reúne a las 32 cooperativas productoras de café.

Los cafetales bolivianos se caracterizan por no contener contenidos químicos en sus procesos de producción y por estar, en su gran mayoría, bajo riego y a la sombra. A esto se suma su aroma y la pureza de su sabor, ya que el grano no se mezcla con otros elementos. Estos valores son apreciados por la industria mundial de este grano.

“Antes el café de Bolivia era desconocido en el contexto internacional. Ahora un 20 por ciento de los productores ha tomado conciencia de que si bien nuestro país no puede competir con otros en cantidad —Brasil exporta al año 50 millones de sacos—, sí lo estamos haciendo en temas de calidad. Hace 60 años que Bolivia exporta café al mundo, pero recién hace seis que forma parte de los países que lo producen con calidad”, expresa Pedro Rodríguez, de Taza de Excelencia Bolivia.

Además, Rodríguez apunta a que la “cultura del consumo del buen café” entre los bolivianos está despegando. “Nos hemos mal acostumbrado a consumir famosas marcas que sólo ofrecen tinturas de café; su precio es más bajo, pero porque no son de calidad”, asegura el empresario cafetalero.

El boom de las cafeterías en todo el país, sin embargo, está adiestrando de a poco el gusto del boliviano por los cafés especiales y de excelencia, asegura Rodríguez.

Claro, las paradojas perviven. Por ejemplo, en gran parte de los locales de Caranavi, declarada Capital Cafetalera de Bolivia, se ofrece café colombiano y mexicano. Otra paradoja se respira en el hogar de Juana Mamani. A pesar de haber alcanzado el segundo lugar en la competencia de Taza de Excelencia 2007, la caficultora asegura no gustarle la bebida caliente extraída del fruto del cafeto.

Con todo, Juana es un ejemplo para sus compañeros productores de la Cooperativa San Ignacio. Desde sus 16 años, Mamani trabajó en los cafetales como ayudante de otros campesinos deshierbando y recolectando el grano durante la cosecha que se inicia en junio y que culmina el mes de agosto.

“Yo veía cómo vendían el café. Entonces he dicho: ‘voy a tener mi propio lote’, y he comenzado a ahorrar mi sueldo. A mis 19 años recién he podido comprarme. Contraté ayudantes y trabajé seis hectáreas”, recuerda. Mamani se inscribió luego a todos los cursos de cafés especiales. “He aprendido a cuidar cada planta —en una hectárea se plantan al menos 6.000 plantines— como a un bebé. Tres años tarda en dar frutos”, explica la originaria yungueña.

“Solterita es...”, bromean con sorna a sus costados sus compañeros productores, mientras aguardan a que la pantalla instalada en el interior del coliseo de Celccar lance nuevos datos.

15.45. La conexión de internet sufre una falla. Juana se transforma en un manojo de nervios. Si bien el evento debía concluir a las 14.00, los participantes internacionales de la puja mantienen la subasta por los granos activa y en suspenso con sus ofertas finales.

Cinco minutos después la pantalla escupe al fin novedades y una vez más los ¡uta!, ¡uyuyuy! y ¡ucha, che! retumban en el ambiente. La producción de Juana Mamani ha terminado cotizándose en 21,10 dólares por libra. Así, por sus 12 quintales, esta caficultora de Caranavi recibirá 33.492 dólares.

Juana está inmóvil. Juana quiere llorar. En la ciudad de La Paz, mientras tanto, los aplausos en el Salón Capitolio —donde se instaló otra pantalla— son para Mario Mamani y Raymundo Yanarico. Su grano, Flor de Café, ha logrado la misma cotización: 21.10 dólares.

Es tiempo de fiesta. Bolivia ha colocado su café en las ligas mayores de la industria mundial. Y para celebrar, nada mejor que una aromática taza de café yungueño.

TRAS LA EXCELENCIA

La Taza de Excelencia (Cup of Excellence, en inglés) fue creada por Alliance for Coffee Excellence, organización cuyo objetivo es el de seleccionar, a través de una competencia, los cafés especiales de alta reputación de un país determinado en un año de producción. El evento tiene repercusión mundial, ya que sirve de parámetro de evaluación para toda la industria. En Bolivia se inició el 2004. Este año, 121 productores bolivianos participaron del evento. Finalmente, luego de una depuración interna, jueces de nueve países del mundo llegaron al país para catar la producción de los 63 lotes finalistas. Después de determinar sus características premiaron a 26 productores. Cuatro de ellos alcanzaron el nivel más alto, el Presidencial, arriba de 90 puntos. El resto quedó en el nivel Taza de Excelencia. Luego de conocer a los ganadores, 148 compradores de América, Europa, Asia y Australia solicitaron las muestras de los lotes para participar en la subasta. El precio base fue de 1,65 dólares por libra. Nicaragua cuenta con el precio más alto, 47,05 dólares.



http://www.la-razon.com/versiones/20071202_006108/nota_277_513750.htm

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