En Zaruma se creó un vivero para reproducir las especies. Unas 12 500 plántulas de café se obtuvieron y se entregaron.
Zaruma intenta rescatar y rejuvenecer los cafetales para aumentar la producción.
El Municipio orense empezó el proyecto hace dos años, a través de la Unidad de Gestión Ambiental Municipal (Ugam). Para ello, se creó un vivero, donde también se reproducen plantas nativas, que están por desaparecer. El proyecto se ejecuta desde agosto del 2006, con un presupuesto de USD 4 600.
En una primera etapa, con la multiplicación controlada se reprodujeron 1 000 cafetos que se sembraron en una finca piloto. Al término de este año, la Ugam de Zaruma espera distribuir otras 11 500 plantas de café en 10 fincas modelo del cantón.
“La meta es que Zaruma vuelva a ser conocida por su tradicional café”, asegura Alexandra Jaramillo, jefe de la Ugam.
La pepa tiene tanta trascendencia para los zarumeños, que desde hace años se celebra una feria anual en su honor. Sin embargo, la vejez de los cafetales –algunos ya sobrepasaron los 60 años- condujo a que se vuelvan poco productivos. Los elevados costos de producción y la dificultad de hallar mercado para la cosecha contribuyó a disminuir el interés entre los agricultores, sostiene Marcelo Valverde, comerciante de café molido.
El café, que se reproduce en el vivero municipal, es del tipo arábigo, propio de las tierras altas (hasta los 2 000 metros sobre el nivel del mar). La variedad typica, un café conocido también como nativo o criollo, es apreciado en la zona por su aroma y acidez. “Lo reproducimos de semillas que conseguimos en los cafetales que aún quedan en la zona. A los cuatro años estará cargando”, dice Rogel Macas, administrador del vivero.
Agrega que la reproducción del cafeto resulta un proceso fácil, pero que amerita cuidados posteriores durante su crecimiento. Las plantas que crecen en el vivero tienen cinco meses y en seis más se trasplantarán.
La renovación de los viejos cafetales con las nuevas plantas del vivero se hará en los sitios Malvas, Sinsao, Muluncay y Huertas.
Jaramillo explica que con las plantas se beneficiarán los agricultores que poseen una hectárea en adelante. “Nosotros les donamos las plantas y ellos se comprometen en cuidarlas y hacerlas productivas”.
En el vivero también se rescatan plantas y árboles propios del altiplano, como el pomarrosa, pachaco, canelo y cedros rosado y blanco, así como patas de paloma y pencos. Hoy son difíciles de encontrar, por la deforestación, el pastoreo y la minería.
La reproducción de las especies forestales nativas servirá para reforestar las microcuencas.
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