Se ha despertado un vivo interés por el trabajo de los baristas, y más aún siendo Costa Rica un país productor
En el recién finalizado y exitoso Congreso de Saloneros, Bartenders y Baristas que se llevó a cabo el 27 y 28 de octubre y en el cual participaron más de 300 personas de 100 hoteles, restaurantes y cafés —aparte de profesionales e interesados en el tema—, se trataron aspectos referentes al servicio de alimentos y bebidas, incluyendo quizás uno de los más novedosos en el mundo gastronómico, que se ha convertido en todo un oficio diferenciado de los ya tradicionales como el de salonero y el de bartender.
Hablamos del barista. El diccionario de una página web lo describe como “el profesional especializado en café de alta calidad que trabaja creando nuevas y diferentes bebidas basadas en este, usando para ello varios tipos de leche, esencias, licores, entre otros.
También es el responsable de la presentación de las bebidas y para ello es especialista en el arte del latte (leche en el idioma italiano).
Lo agradable es que se ha despertado un vivo interés por el tema y más aún siendo Costa Rica un país productor.
Durante el citado congreso, Alexander Elizondo, el barista capacitador de la empresa Café Britt (uno de los copatrocinadores del evento), demostró en dos sesiones, iniciando con la teoría y finalizando con un segmento práctico, el arte del barismo (con el tema “Introducción y técnicas del espresso”), y provocó admiración y aplausos.
Su intervención a la vez generó un interesante intercambio de opiniones con la audiencia que no dejó de ser intenso para beneficio de los participantes.
La discusión se centró en algún momento sobre la exactitud en la ejecución de una receta y en que si por la cantidad de leche utilizada el producto final dejaba de ser un “capuchino” para convertirse en un “latte”.
Al respecto quizás debemos entender que si bien las recetas originales deben respetarse siempre, quizás es necesario tener cierta tolerancia hacia variaciones que en algunas circunstancias son solicitadas por los clientes, y también las restricciones que un alto volumen de producción impone a la posibilidad de crear obras que requieren tiempo, cuidado extra y mucha concentración.
Honramos, desde luego, la opinión de los dogmáticos quienes cumplen, al fin y al cabo, la función de custodios de los principios y quizás hacer una diferencia para beneficio de los lectores: versiones de bebidas que solo se pueden hacer en las competencias profesionales y cafés “boutique” y otras versiones de la misma para ser producidas bajo condiciones de alto volumen.
http://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=17738
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