Moliendo Café
Nada como una buena taza de café para comenzar el día, si no, no arrancamos, no logramos coordinar pensamientos ni movimientos. Es una rutina que aprendimos desde pequeños, cuando en la madrugada la abuela comenzaba a colar el negrito mañanero. Hoy, si no lo tenemos en casa, lo conseguimos en la panadería de la esquina, pero sin café, no seguimos adelante.
El Ministro de Comercio tiene una curiosa visión de las cosas y cree que hay una conspiración en esto del café. Dice que "necesitamos tomar café todas las mañanas, porque si no, nos alteramos e irritamos; es decir, se produce un cambio en la conducta, y los capitalistas saben eso y chantajean con el tema del café todos los años". La verdad es que hay que ser demasiado creativo para plantear una hipótesis como esta.
¿Qué tiene el café que lo hace tan especial? El café es amistad, es compartir, es compañía.
Es rito, es mito y es placer. Triste el que se toma un café solo. Es una idea que surge apenas se encuentran dos personas. Es lo primero que se ofrece en cualquier circunstancia, en encuentros casuales, fortuitos, o en reuniones concertadas para cualquier propósito, hasta en los velorios. Esto se debe no sólo a los efectos estimulantes que posee, sino a la sensación de seguridad que proporciona a quien lo bebe.
El anzuelo del café está en la cafeína, un alcaloide que estimula el sistema nervioso, disminuye la fatiga y acelera los tiempos de reacción, aumenta la producción de energía en los músculos y su capacidad de trabajo, mejora el humor y el funcionamiento mental. Consumido en exceso puede provocar inquietud, nerviosismo e insomnio y dicen que afecta el corazón y las arterias. En una época se dijo que contribuía a diferentes enfermedades, pero ya no, hoy se reconoce que es la principal fuente de antioxidantes.
Tanto o más importante que el café, es el agua en que se prepara la infusión. El agua de grifo contiene cloro que afecta los aromas. Las aguas duras, con alto contenido de carbonatos de calcio y magnesio, retardan la extracción de sabor, enturbian la infusión y reducen la espuma. Las aguas blandas, por el contrario, aumentan la extracción y generan un sabor salado. El agua destilada produce infusiones insípidas.
La mejor agua para hacer café es una que tenga un contenido moderado de minerales y un pH casi neutro, para mantener y equilibrar los sabores. Las agua naturales embotelladas son las más recomendables.
El café es originario de África, de Etiopía y Yemen, y no llegó a América sino alrededor de 1700, a las islas francesas del Caribe, primero, y luego de ahí pasó a tierra firme estableciéndose su cultivo con éxito en Colombia, Brasil y Venezuela. Dos de las terceras partes de todo el café que se consume en el mundo, proviene de América del Sur, es de la variedad arábica, de sabor complejo y equilibrado.
Durante dos siglos los venezolanos consumimos con orgullo café venezolano. Hoy navegan desde Brasil 1.500 toneladas, para nada endógenas, para poder abastecer los anaqueles y cumplir con el sagrado deber del cafecito mañanero. En el 2004 el Gobierno creo el Plan Café con una inversión de 2 mil millones de bolívares fuertes con el objetivo de lograr una producción anual de 3 millones de quintales. En el 2008 apenas se produjeron 1,6 millones de quintales. Y esto no sesoluciona expropiando a las torrefactoras.
¿Qué pasó con el café nos preguntamos o, mejor dicho, deberíamos preguntar qué pasó con los reales, a dónde fueron a parar? Dicen que la existencia de café alcanza sólo hasta fines de mes. Que se prepare Obama para los insultos que le vendrán cuando pidamos un negrito y nos digan que no hay.
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