El café más solidario de Nicaragua
La empresa ‘Cafés Cavite’ colabora con una organización que está dotando a las plantaciones de café de infraestructuras en viviendas, colegios, instalaciones sanitarias y otras de primera necesidad
Un número de 750 trabajadores continuos con su seguridad social en toda regla, unos 3.500 temporeros alojados durante la época de recolección en barracones con todas las comodidades necesarias, tres colegios de nueva construcción y la escolarización de 250 menores, la supresión por sistema –en contra de lo que sucede en otras explotaciones– del trabajo infantil, talleres de formación de teatro, clases de inglés y de informática, salas de lectura, conferencias sobre normas básicas de higiene, salud y medio ambiente, becas para estudiantes para cursar bachillerato o carreras universitarias, un hospicio para acoger a 30 niños huérfanos, una micro central eléctrica (en un lugar donde tal tipo de energía brilla por su ausencia) que produce unos 42 kilovatios hora y cuya represa sirve para criar peces para alimentar a la población de la zona, consultorios médicos en los poblados y en los ‘beneficios’ (los lugares de recolección), los traslados de los casos más graves a hospitales de Venezuela o Estados Unidos, explotación mediambiental sostenible de las plantaciones de café o talleres de corte y confección donde las mujeres de la zona crean prendas que se venden, exclusivamente, en tiendas de comercio justo, son algunas de las cosas que se pueden conseguir con la compra de un kilo de café cultivado en Nicaragua.
Todo ese dispositivo benéfico forma parte de una red creada por un antiguo ‘brooker’ estadounidense de origen turco, llamado Víctor Janovich, que, ante la caída de la cotización del café en bolsa, en lugar de dedicarse a otras inversiones, decidió trasladarse a Nicaragua a controlar el proceso ‘in situ’ con una entidad a la que se incorporó hace unos años la cartagenera empresa ‘Cafés Cavite’.
Y es que, según su propietario, José López, “si tienes un poco de alma, aquello te deja pillado la primera vez que vas”. Porque las condiciones de vida de los trabajadores nicaraguenses, excepto en las fincas explotadas por la citada red, son deplorables, con una gran cantidad de problemas sanitarios y ecológicos que afectan gravemente la salud y la esperanza de vida de los habitantes de la zona.
Así, López, que cada vez que viaja a Nicaragua lo hace “con una mochila con una muda de ropa y una maleta llena de productos como bolígrafos, lápices, rotuladores, juguetes, DVDs para los niños y un sinfín de cosas más de las que allí se carecen –y que en parte, recibe de la solidaridad de los también empresarios cartageneros Javier Gómez Vizcaíno y Óscar Berbois (Cifra y Berbois) y Diego Cervantes (Ciclo)–, está manteniendo una ayuda constante con esta especie de fundación.
De hecho, en el último año ha traído hasta España 19 contenedores de café para el consumo de su propia empresa y de otras del país que confían en él para realizar los pedidos en la referida nación centroamericana.
A cambio, los industriales pertenecientes a la organización creada por Janovich reciben, como único beneficio, el mayor cuidado que los recolectores ponen en el café que seleccionan para ellos, que es de una calidad muy superior al que se obtiene en plantaciones donde se siguen métodos ‘tradicionales’.
En este momento son ocho las fincas acogidas a esta organización donde, al margen de todo lo reseñado, también se han construido viviendas dignas, primero de madera y luego de obra, para todas las familias.
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